Crimen Perfecto!!!

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Una borrachera en mi casa deja a mi suegra vulnerable.
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Crimen perfecto!!!

Iba llegando de la pesca, habíamos salido muy temprano y regresamos ya pasadas las 6 de la tarde, iba bastante tomado. Mi primera cerveza la destape pasadas las 11 de la mañana después de una buena cantidad de peces en la cubeta.

A las 12:30 habíamos preparado el ceviche y seguimos cheleando como hasta las 2 de la tarde. Paramos en una playa tranquila cerca de la marina y fue cuando decidimos meter segunda. Varios whiskys después yo estaba en nuestra casa de la playa. Por supuesto mi esposa no estaba nada contenta con mi condición y me pidió que ni bajara a la reunión que había preparado para su familia, consistente en su hermana, su mamá y sus tres tías, reunión que yo por su puesto no tenía ninguna intensión de asistir.

Antes de las 7 ya estaba yo hecho un tronco, listo para dormir las siguientes 12 horas, pero un fuerte sonido, un portazo, me despertó. Vi mi reloj y eran pasadas las 6 de la mañana. Había sido la puerta del baño de las recamaras. Mi esposa estaba acostada junto de mi con un tufo a alcohol impresionante. Salí al pasillo y oí unos ruidos en el baño, pero no sabía quien se encontraba ahí.

Me asome al comedor y para mi asombro vi 6 botellas de vino y 2 de tequila vacías en la mesa. Había ceniceros llenos de colillas de cigarros, copas de vino y caballitos vacios por todos lados y un juego de cartas esparcido por toda la mesa. Eso no había sido una reunión, había sido una enorme borrachera.

Escuche la perilla de la puerta del baño y me asome rápidamente, salió mi cuñada (de solo 21 años) con cara de atropellada, con una playera de mi esposa que le quedaba ligeramente grande y unos shorts que apenas asomaban por debajo de la playera.

-Hola cuñado, buenos días -- Dijo con voz aguardentosa.

-Buena fiesta! -- Atine a decir con una sonrisa. Sus torpes movimientos dejaban claramente en manifiesto que no estaba usando bra. Sus pezones apenas erectos se marcaban bajo la fina tela de algodón.

-La verdad que si, hace menos de 15 minutos que se fueron las tías, igual ya me voy a dormir, estuvo duro el tiroteo. Te molesta si nos quedamos? Ni mi mamá ni yo estamos aptas para el regreso y como mañana es domingo preferimos quedarnos.

-Al contrario cuñada, es mejor que descansen.- Dije sin dejar de mirar aquellos senos que rebotaban alegremente mientras se dirigía a la recamara. Mi cuñada al igual que mi esposa han sido muy parranderas a pesar de todos los intentos de mi suegra de mantenerlas lejos de la fiesta.

Ya estaba completamente despierto y no había posibilidad de que yo regresara a mi cuarto a ver la TV sin despertar a mi esposa así que decidí ir a la sala de TV al menos por un rato.

Pero al llegar a la sala vi a mi suegra acostada sobre el sofá. Estaba vestida aun con su ropa de fiesta, una blusa blanca transparente sobre un camisa elástica del color de su piel y una falda de tela floreada muy delgada que se había enrollado por en medio de las piernas. Sus sandalias estaban en el piso junto a ella y su bra esta doblado dentro de su enorme bolsa de piel marrón.

La puerta había hecho mucho ruido cuando la abrí pero mi suegra ni pestaño. Quedaba un pequeño espacio en el sofá justo donde terminaban sus pies, por lo que mi mente se debatía entre regresar a mi cuarto o prender la TV ahí mismo.

Sin pensarlo más tomé el control junto a la TV y me senté justo ahí alado de sus pies. Ella también tenía un fuerte olor pero específicamente a tequila. No era una asidua tomadora, pero después de su divorcio se había vuelto más picara y atrevida, no toleraba mucho las bebidas pero tomaba uno que otro tequila aunque le pareciera medicina. Prendí la tele en un volumen bajo y puse el canal de deportes donde pasaban alguna carrera de la fórmula 1. No se necesita volumen para ver las carreras, pensé.

Pasados unos minutos, la lujuria y la curiosidad hicieron presencia en mi mente. Mis ojos habían dejado de ver la TV y se posaron fijamente en las redondas tetas de mi suegra. Me levante sigilosamente de mi asiento y me acerque a gatas justo a un lado de sus tetas, sus pezones formaban redondas aureolas y hasta pequeños pozos en medio lograban distinguir debajo de la ajustada tela.

Estiré lentamente una mano y puse con mucha delicadeza mis dedos sobre uno de sus pezones. La respiración de mi suegra era muy rítmica mientras que la mía era entrecortada. La adrenalina fluía por todo mi cuerpo y mis dedos descargaban electricidad. Sus pezones estaban respondiendo al estímulo de mi tacto, se estaba poniendo duros como rocas.

Abrí más mi mano y abracé gran parte de su teta, la sentía dentro de mi palma, la masajeaba con poca presión. Su cuerpo se mantenía en un estado de calma total, pero sus pezones estaban bien parados. De pronto un ligero movimiento en el cuerpo de mi suegra me hizo regresar de un salto a mi asiento y de nuevo fingí ver la TV.

Poco a poco mi verga se fue hinchando, mi mirada estaba puesta por todo el cuerpo de mi suegra, podía ver sus torneadas piernas y un bollito triangular que se formaba con la tela floreada justo encima de su entrepierna, un pedacito de abdomen quedaba expuesto justo donde su falda y su blusa no llegaban a cubrir, sus enormes tetas eran el marco perfecto de su hermosa cara, sus pelirrojos cabellos se esparcían libremente por debajo de la almohada.

Mi pantalón de pijama se había vuelto una carpa de circo, libere la presión de mi pene dejando que salga por la rendija. Mi suegra estaba completamente privada, esta era una ocasión que no iba a desperdiciar.

Sin moverme de mi posición, acaricie los pies de mi suegra, su piel era suave y delicada. Algún cosquilleo inconsciente debió sentir pues sus labios formaron una desdibujada sonrisa. Llegué hasta sus pantorrillas hermosamente torneadas y fui separando sus piernas poco a poco. Su respiración seguía su ritmo continuo y pausado.

Los minutos avanzaron lentamente, y las caricias las proporcionaba a intervalos. Mis dedos se deslizaban por debajo de la falda y acariciaban la parte más intima de sus muslos, iban desplazando la tela para permitirme una vista más profunda de su intimidad, iban abriendo el camino para exponer sus calzones.

Me deslicé hasta arrodillarme en el suelo y tuve el ángulo perfecto para ver por en medio de sus lindas piernas un bulto que se formaba con una tela satinada y encajes transparente en su poblada y pelirroja pubis.

Avance sobre mis rodillas y deslicé mi mano por debajo de la floreada tela hasta posarla sobre sus calzones. Si bien mi suegra era una mujer que gustara de tener una cuidada figura, sus vellos púbicos probablemente nunca habían conocido una rasuradora. Con sutil presión fui palpando la rica concha que se encontraba debajo de aquellas bragas, sus prominentes labios vaginales despedían una húmeda brisa a través de la transparente tela.

Mi otra mano no perdía el tiempo, mientras una se deleitaba con la intimidad vaginal de mi suegra la otra se deslizaba por debajo de la blusa color carne y apretaba suavemente sus pezones. Su respiración se agito ligeramente y mis manos se retiraron de sus posiciones. Regrese a mi asiento y trabe mi verga con el elástico de mi pantalón.

Era el segundo suspiro de mi suegra que me dejaba sin aliento, con el corazón palpitando a mil. Los nervios jugaban un papel importante, pues si es cierto que mi suegra parecía estar casi desmayada, su cuerpo respondía casi inconscientemente a mis caricias, y por mi mente no pasaba ni una sola explicación si ella me cachaba con las manos en la masa, o más bien en la papaya.

Unos minutos más pasaron cuando me anime por tercera vez a entrar en acción. Ya un poco más decidido me encamine hacia su calzón, levante su falda hasta la altura de sus caderas lentamente y deslicé mis dedos por debajo de los encajes que cubrían su abultada concha. Fui avanzando poco a poco hasta que mi dedo medio sintió el húmedo pliegue que se formaba en medio de sus gruesos labios vaginales que se apartaban con la presión de mis yemas. Mi dedo regreso agrandando y humedeciendo el surco una vez y otra vez y otra vez. Pude notar dos cosas: sus enormes tetas eran de nuevo la base de unos endurecidos pezones y sus cachetes se fueron ruborizando a medida que mi dedo surcaba su concha.

Ahora el nervio ya casi no era parte de la ecuación y por otro lado mi excitación se iba haciendo presente en forma de una gran erección. Mientras seguía humedeciendo la pelirroja cueva de mi suegra mi pene, que ya salía de mi pantalón, se posaba delicadamente sobre su cara. Con mi mano libre tome una de sus piernas por los muslos y la empuje hasta que ésta cayó del mueble dejándola completamente abierta de patas. Una gruesa mancha de humedad se notaba en la parte inferior de su calzón.

Al ver que su pierna colgaba inerte del mueble, paré los masajes púbicos y me moví para retirar sus calzones por completo. Forcejeé ligeramente para liberar la tela que cubría sus nalgas pero el resto salió fácilmente. Su concha estaba completamente expuesta, sus pelirrojos cabellos daban lugar a uno que otro vello plateado, sus labios vaginales se encontraban un poco hinchados, su cueva estaba ya húmeda y mostraba un hueco que invitaba a la penetración.

Acerque mi cara lentamente y percibí su rico aroma sexual, abrí mi boca y sentí su sabor dulce-amargo, estiré mi lengua y sentí la protuberancia de su clítoris erecto, un fuerte suspiro salió de la boca de mi suegra.

Mi verga era un mástil, me la acomode de tal forma que toda su extensión quedara descubierta de tela, apunte la glande hacia la entra de su concha y fue penetrando poco a poco aquel agujero sin echar marcha atrás en ningún momento. Sentí mi verga más abultada que el tamaño del orificio pero su rigidez y los jugos que salían de aquella concha permitieron la incursión. La cabeza paso con cierta dificultad, pero el tronco se fue deslizando con mayor facilidad.

Me encontraba en la posición de misionero tradicional y mi peso estaba completamente cargado por mis brazos. Al tocar fondo mi verga retrocedió lentamente para volver a arremeter contra su apretada vagina. El ritmo se empezó a acelerar y pude arrancar algunos quejidos de los labios de mi suegra. Sus ojos estaban completamente cerrados pero su boca abierta me descifraba sus eróticos sueños.

La penetración se volvió un bombeo constante, mi verga llenaba el apretado agujero y el roce permitía demasiada fricción. Un bombeo más profundo hizo que alcanzara el clímax y llenara el agujero de mi suegra con mi leche caliente. Por una fracción de segundos más deje que su concha abrazara mi verga para poder exprimir la última gota de semen. Su cara estaba roja como un tomate y su boca dibujaba un gesto de lujuria. Después me retiré y deje que mis fluidos y los suyos salieran lentamente de aquel pozo y recorrieran toda su raja.

Unos momentos después regrese a mi estado normal, me apuré a hacer asepsia y justo cuando le iba a colocar sus bragas el cuerpo de mi suegra dio un giro de 180 grados sobre su propio eje dejándola boca abajo, con sus manos bajo sus faldas y su nalgas apuntando al techo.

La lujuria me volvió a invadir como una ráfaga y tuve una segunda erección. Levante su falda para dejar expuesto su culo, sus nalgas estaban pobladas por algunos vellos castaños que se acentuaban alrededor de su orificio anal. Mojé mi dedo medio con mis labios e introduje una pequeña extensión en su apretado culo, de inmediato la respuesta de mi suegra fue un respingo que la posicionó con una pierna encogida y sus nalgas más paradas.

De nuevo la concha de mi suegra quedaba expuesta y sus sensibles labios exhibían una húmeda cueva. Tomé un almohadón del otro sillón y lo coloque por debajo de su abdomen. Mi suegra se encontraba empinada y con el coño expuesto para su libre uso.

Esta vez las embestidas fueron mucho más brutales, mis manos sujetaban sus caderas para evitar que su cuerpo se escapara hacia adelante, mi verga penetraba aquella concha con intenciones de partirla, al penetrarla mi glande chocaba con el fondo de su vagina, cada penetración emitía un sonido hueco cuando mis huevos chocaban contra sus labios, de su boca salían gemidos aun más sonoros que la vez anterior, un nuevo líquido caliente explotó dentro de su panocha para mezclarse con sus abundantes líquidos, una vibración involuntaria apareció en sus caderas, turbios fluidos salieron de aquel orificio.

Me sentí una bestia saciando mi instinto sexual como cualquier macho lo haría al encontrar a una hembra en celo. No había habido ninguna invitación a aquel acto sexual, pero estaba seguro que inconscientemente mi suegra lo había gozado. De nuevo limpie la escena lo mejor que pude, el agujero de mi suegra estaba muy perforado y sus labios se notaban rojos e hinchados, le coloqué las bragas lo mejor que pude y me salí de la sala con mucho sigilo. Regrese a mi cuarto y noté que mi esposa seguía completamente dormida, me metí debajo de las sabanas y me dormí procurando dormir hasta después que ella despertara. Crimen perfecto!!!

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