La Renuncia del Albedrío 02

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Eva se vuelve la esclava de sus amigas.
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Parte 2 de la serie de 3 partes

Actualizado 06/07/2023
Creado 05/19/2015
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Ni de pedo alcancé a Eva y a Flo. No me ha quedado de otra que esperar a que Dani K' me cuente lo que hicieron en la tarde. Me siento rara, ansiosa, quiero saber de qué va todo este desmadre. ¿Qué más habrán obligado a hacer a la Muda?

Me la imagino como esta tarde, arrodillada, lamiendo los pies de Florencia como si fueran helado, del talón a la punta de los dedos y luego pasando la lengua entre cada dedo, para terminar chupando uno por uno. Después --pienso-- Dani K' dice que ella también quiere jugar con Eva; se porta más sádica que Flo, obliga a la Muda a que se recueste en el suelo, boca arriba, y primero le acaricia la cara con los pies, como impregnándola con su olor --a Dani K' le huelen porque va todos los días al gym y, aunque después de entrenar se baña, no cambia de calcetas--; poco a poco comienza a forzar sus dedos en la boca de Eva y, cuando se los está chupando, empuja el pie con fuerza, como para meterlo todo dentro de esa boquita mínima tan silenciosa. Y empuja y empuja hasta que con las uñas le roza la campanilla y la Muda siente ganas de vomitar o empieza a toser. Luego la deja un poco, retira el pie lentamente hasta que la otra está tranquila y en silencio de nuevo, entonces la vuelve a embestir con fuerza, como para ahogarla; hace lo mismo por tercera vez pero ahora, cuando de la boca de la Muda salen la saliva y el violento ruido de la tos, Dani K' deja su pie, rígido y en punta, hasta que se cansa y repite la rutina con el otro pie.

Si yo estuviera ahí con ellas me sentaría en una silla y haría que Eva se recostara justo debajo de mis pies, pero con las piernas extendidas hacia arriba, como una ele mayúscula, para que mientras ella lame y besa mis plantas, yo pueda hacer lo mismo con las suyas. Imagino que la amenazo con machacarle la cara a pisotones si se le ocurre morderme, pero yo le muerdo los dedos como si quisiera arrancárselos. Casi puedo escucharla, al fin, quejarse y hasta pedirme que sea menos brusca, pero la obligo a guardar silencio introduciendo mi pie en su boca, casi con tanta violencia como pienso que Dani K' lo haría. Y muerdo y chupo los pies de la Muda hasta que mi saliva cae en gruesas gotas de sus contornos... Ya es tarde y el pinche teléfono no suena. ¿Estarán haciendo esto que me imagino? ¿Por qué no me llama...?

¡Ring! ¡Ring! ¡Ring!

--¡Güe! ¡No mames, güe! --Dani K' me habla muy rápido y fuerte, está eufórica--. Neta qué pendeja eres, Maika.

--¿Qué? --no escondo el repentino enfado.

--¡Güe! ¡Es que güe! ¡Güe! --está tan emocionada que casi puedo ver su enorme sonrisa mientras farfulla.

--¡Ya dime, pendeja! --grito irritada.

--Calm down, bitch! --me responde sin un dejo de enfado en la voz--. Tipo, güe, sí tienes razón de estar enojada porque la mega cagaste. Pero no te emperres. Escúchame...

--¡Pues te estoy escuchando!

--Maika, neta, güe, no interrumpas. Este pedo está bien hardcore.

--¡Dime!

--Eva. ¡Digo! La Muda, güe, is our bitch.

Trato de comprender lo que acabo de escuchar. No respondo. Dani K' prosigue sin reparar en mi silencio:

--Ya quedó todo de que bien declarado, güe. La Muda es nuestra perra, la vamos a hacer como queramos y ya está, güe, a partir de mañana va a ir a la facu vestida como le digamos, a las clases que nosotras queramos y...

Dani K' titubea, como si no supiera que más decir.

--¿Y...? --la presiono para que hable después de un momento.

--Bueno, es que todo esto que te cuento, tipo, pues no aplica para ti. Sorry! O sea, tipo de que no te emputes conmigo. Tú misma no quisiste este pedo hoy más tempra...

--¡A ver! ¡Espera! --prorrumpo confundida--. Barájamela más despacio. ¿Qué es todo eso de que la vamos...

--O sea, tú no.

--... la van a hacer como ustedes quieran? --desespero--. Eso ya lo hacen bien descaradamente. ¿Y por qué chingados dices que yo la cagué?

--Tipo, Maika, tranqui --me responde más calmada también--. Tipo, no sé por dónde empiezo. O sea, Flo está súper emputada contigo, güe. Dice que eres una pendeja por no aceptar este rollo, que ella en la tarde nos estaba ofreciendo una golden opportunity y, pues, de que te quisiste hacer la Supergirl y ponerte del lado de la Muda.

--¡Pero eso qué tiene que ver con lo que me estás contando! --me exaspero, no comprendo este galimatías.

--¡Ash! --ella comienza a exasperarse también--. Miaka: la Muda quiere ser nuestra esclava, tipo, de Flo y mía. Va hacer todo lo que le digamos, no va a poner peros y ya. Es eso. Pero tú no vas a poder mandarla porque Flo está bien emputada contigo y ya le dijo que tú estás fuera, no eres dueña de la Muda. Y, pues, me dijo que te dijera de que en vez de hacer escándalo hoy en la cafe te hubieras guardado tus mamadas y, entonces, hoy tendrías a tu amiguita la Muda haciendo lo que quisieras. Así tal cual.

--¡Yo no hice ningún escándalo! --no tolero la idea de que Florencia decidiera dejarme fuera de esto--. ¡No mames! ¡Yo solo le dije que no tratara tan mal a Eva!

--Maika, güe, tipo, yo no tengo nada contra ti. Dile a Flo que le baje de güevos, tipo, ustedes siempre son así de pederas, se pelean por todo y al rato son befas de nuevo. Háblale y que te perdone.

--Le hablaré luego --digo enfadada--. Pero a mí no tiene que perdonarme nada, porque ella no es mi dueña.

--Güe, a mí no me digas --noto en su voz que se pone incómoda.

--Equis, luego lo arreglo --concluyo con resignación--. Pero cuéntame, ¿qué hicieron? ¿La pusieron a lamer pies de nuevo?

--¡De lo que te perdiste! --vuelve a emocionarse súbitamente--. La pusimos a lamer pies, güe, pero solo un ratito y nada más los de Flo, yo no quise. Pero, tipo, luego le mandamos que hiciera poses bien incómodas. ¡Eso estuvo súper divertido! Le dijimos de que se parara en un pie y estirara un brazo al frente, así mucho mucho, y que con la mano que le quedaba libre se agarrara el otro tobillo por la espalda. Tenía que quedarse así hasta que dijéramos y si se caía o perdía la postura le pegábamos con un cinto o con lo que se nos ocurriera. Al principio se desequilibraba bien rápido y le decíamos "pinche Muda pendeja" y la verga. Pero poco a poco fue hallando la maña y entonces comenzamos a aventarle cosas y a pegarle para que se desconcentrara. Yo le di primero con mis sandalias y después se me ocurrió ir por unas asas para tópers a la cocina y le pegué con eso. ¡Gritaba, güe! ¡La Muda no es muda! ¡Puede gritar!

--¿Y qué más? --me imagino la carne blanca leche de Eva enrojeciéndose por los golpes y su cara de sufrimiento e impotencia. En mi mente veo a mis amigas arrojándole chanclas mientras la pobre lucha sin éxito por mantener el equilibrio; se le humedece la panocha cuando al final rompe esa posición imposible y le gritan «¡perra estúpida!», «¡pinche pendeja!», cosas por el estilo. Aunque Dani K' no me lo cuenta, imagino que Flo escupe en la cara de Eva, ella llora y sus lágrimas se confunden con los salivazos.

--Después se nos ocurrió que limpiara nuestros zapatos. La puse a lamer mis sandalias hasta que se borraran las marquitas que se les hacen por el uso y el polvo. Flo dijo que una vez a la semana tenemos que ponerla a limpiar con la lengua todo nuestro calzado y que nos la turnaríamos cada finde para eso.

--Se pasan --comento mientras acaricio ligeramente mi clítoris. Me da rabia no haber estado, pero el relato de Dani K' me estimula quizá más que si lo hubiera presenciado, además imagino el sufrimiento de la Muda y la humillación que sintió mientras lamía la mugre de las sandalias. ¿Por qué Dani K' no quiso que le lamiera los pies? ¿Le dará pena que la Muda diga algo del olor? A lo mejor eso excita más a Eva, un par de pies morenos, plantas suaves, dedos largos, uñas pintadas de blanco y una peste insoportable. Contengo un gemido--. ¿Qué más hicieron?

--Después, tipo, nos aburrimos y Flo la mandó a que nos preparara unas ensaladas de las que nos gustan, ya sabes. Estuvo con ganas, güe.

--¿Les tomó toda la tarde hacer nada más eso? --me decepciona que sean tan aburridas.

--Güe, es bien divertido pegarle --guarda silencio por un instante y de repente, con un chillido agudo, exclama--. ¡Güe! ¡Tú también quieres hacerle cosas!

--¿Qué te pasa? --afecto contrariedad.

--¡Tú también quieres!

--¡No! --insisto sin mucha voluntad.

--¡No mientas!

--Bueno. Ya. Sí, sí quiero --reconozco frustrada.

--¡Díselo a Flo, Maika!

--¿Para qué? ¿No dijo que ya estoy fuera?

--Ay, o sea, no te va a odiar para siempre. Además ustedes siempre están así, parecen novias, se pelean y se reconcilian mil.

--Si le digo no me dejará en paz cada vez que yo quiera jugar con Eva. Me va a estar recuerde y recuerde y recuerde que yo primero me opuse y...

--¡O sea, hello! --me interrumpe--. Si no le dices, no vas a jugar con la Muda. Además, tipo, no me siento bien cuando están peleadas; son mis befas.

--Está bien, está bien. No me hagas vocecita de hija de matrimonio divorciado. La llamaré mañana, ya es muy noche.

--Oye, es verdad, ya es de que bien tarde, güe. ¡Me voy! Nites!

Tras colgar, sonrío. «La Muda es una perra sumisa», me digo. Florencia en realidad nos ha ofrecido una golden opportunity, no puedo perdérmela por quedar como la buena del cuento. Además, desde que la conozco he fantaseado con someter a la Muda de maneras retorcidas, perversas. Algo en ella, en su forma de ser, de comportarse, su manía de no hablar fuerte nunca... creo que ya antes de esta semana, de alguna manera, nos habíamos dado cuenta de su naturaleza sumisa; cuando la obligaban a que pagara la comida, cuando le encargaban que hiciera sus tareas los primeros semestres, incluso cuando yo le recriminaba y gritaba en público por apretar tanto la boca para hablar, en realidad estábamos satisfaciendo sus deseos de someterse, de ser humillada. Y hasta ahora Flo quiso sacarle todo el provecho a esta situación. Perra del mal.

En fin, mañana arreglaré las cosas con ella. Sé que querrá ponerse pendeja conmigo, pero a mí no me puede doblegar con su actitud prepotente. Yo sé cómo persuadir a esa puta manflora fetichista.

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