Siempre Esclavo

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La entrega eterna hecha realidad de un deseo morboso.
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Por fin el coche se detuvo entre la frondosa arboleda cercana a la casa. Minerva suspiró, y su mirada burlona con disimulada forma compasiva me buscó desde su retrovisor interior.

Desnudo con el atuendo especial para hoy, bajé la cabeza desde los asientos traseros y la escuché decir mientras me miraba...

- Bueno, ya hemos llegado. Como te encuentras?

- Creo que bien.

Dije luchando en mi interior por darme valor.

- Entonces decides seguir con esto?. Veo que no tienes remedio.

- No, usted sabe que yo quiero seguir siendo su esclavo. Pero...

- Pero nada. Eso se acabó al igual que nuestra relación. Ya te he advertido de que no tienes por que seguir siendo un esclavo...

No podía aceptarlo. Sentí como si se acabara el mundo y casi llorando le dije...

- No Minerva, yo no puedo. Desde que comenzamos, mi vida no tiene sentido si no le sirvo. Si no me amas lo puedo entender , pero abandonar a tu esclavo a extraños... No...

- Ya te dije que podrías reiniciar tu vida como persona. Has sido tu el que has elegido entregarte a esta casa.

- Si, he aceptado por que es la única manera de seguir mi cometido. Soy esclavo, y con dolor llevo el peso de no ser suyo. Pero sigo siendo esclavo. Esclavo regalado por mi adorada diosa.

- Bla, bla, venga ya. Esas mierdas que lees en los blogs de sumisos 24/7 te tiene comido el cerebro. Anda, sal del coche!.

Solo llevaba un collar de acero cromado en plata con las iniciales (Esclavo II de los Miranda, propiedad legal de Yurena). También llevaba brazaletes y tobilleras finas del mismo material. En mis genitales expuestos un aro de plata rodeaba la base apretando una semi erección espontánea ante la brisa del exterior del coche. Tenía vergüenza a pesar de que estábamos solos ante una casa bien apartada del pueblo. No podía evitar de taparme con las manos mientras Minerva tomaba la cadena que me serviría para llevarme de cualquier enganche del collar o del aro de los genitales. Clik!. Se decidió por el collar y me llevó dejándome que, por una vez, andaba de pie.

- Si esto es lo que quieres...??

Dijo mientras caminaba decidida hacia la entrada principal con toda seguridad y conocedora del entorno. Estaba claro que ya había venido en varias ocasiones.

Su silueta poderosa iba delante mía. Unos pantalones negros bien ajustados apretaban sus perfectas nalgas. La blusa negra y ceñida modelaban unas curvas de guitarra perfectas. Su melena de rizos negros caían libres por su espalda hasta casi la cintura. Es toda una diosa rockera llevando a su esclavo de la cadena. Mi mirada se entretenía en sus botines de corto tacón guiando me hacia mi nuevo destino.

La señora Miranda es una importante empresaria de 40 años bien llevados. Tuve la oportunidad de conocerla en el piso de Minerva, que a pesar de llevarle 10 años por encima, ambas mantienen unas características juveniles muy especiales. Ellas se habían conocido en un pub heavy de la zona, y al igual que al resto de sus amigas confesó su estilo de vida. Pero esta señora había llegado mas lejos con esta clases de relaciones. Ya tenía un esclavo a su servicio (Esclavo I). Fue una gran sorpresa para Minerva poder compartir opiniones con la señora Miranda. Y desde ese entonces se inicia un nuevo plan el cual voy a ser el esclavo II y sorpresa para su hija que cumplía sus 18 años.

Andando por los jardines previo a la gran casa de los Miranda pensé e intenté imaginar mi futuro allí. Luego recordé el día que conocí a la señora Miranda...

Fue una tarde cuando esperaba de rodillas, culo en pompa y codos y cabeza apoyada al suelo cerca de la entrada mientras Minerva veía la tv. El timbre de su apartamento sonó y nervioso confirmaba de quien se trataba. Minerva ya me había contado el motivo de la visita y con tristeza estaba dispuesto a soportar. Esa señora del pup vino a conocer la mercancía. Yo ya estaba preparado para agradar por voluntad de mi ama a esa extraña que vino a evaluar me la condición de esclavo.

Desnudo con tan solo un vulgar collar de perro esperaba que Minerva abriera la puerta delante mía. Lo primero miró por la mirilla por si acaso, luego contenta abrió sin esa mala gana que la caracterizaba en otras ocasiones. Tan pronto abrió dos pares de piernas despertó mi curiosidad. Eran los de la señora con botines hasta los tobillos y fino tacón los que acompañaba a los de mi ama con sus vans negras y cordones blancos. Ambas pantalones Jeans bien ajustados. Seguí la vista de las piernas de la señora y pude comprobar su altura superior a la de mi ama, y la delgada figura que ya me había cautivado en el pub a pesar de su edad más avanzada. Tan solo cruzar nuestras miradas yo bajé mi rostro ruborizado hacia sus negros botines. Un beso tímido sobre la puntera provocó las primeras risitas.

Minerva se sintió orgullosa por mi anticipación a pesar de simular indiferencia invitando a la señora a sentarse en sus humildes sillones.

-Y bien... Que te parece?. Dijo mi ama señalando mi posición arrodillada ante ellas.

La señora podía ver mi pene curvado hacia abajo con una semi erección. Sus ojos miel claro estudiaba mi estímulo exhibicionista y con una sonrisa respondió...

- Divino!.

Minerva y la señora me miraban estudiando mi disponibilidad sumisa mientras yo pasaba ese reto en público divirtiendo el momento.

- Has hecho un buen trabajo con el.

- Bueno, realmente no he tenido que hacer mucho. Ha sido el quien me ha llevado a esta situación. Lo que empezó con un juego sexual, el lo convirtió en un 24/7. Ya ni sale al exterior.

- Deberías sentirte halagada y orgullosa. No es fácil conseguir un esclavo para siempre.

- Reconozco que me he divertido. Pero su entrega fue enfermando y como pareja perdí el interés por el. Tanto fue su consentimiento a que le pusiera los cuernos que tardé en descubrir que era un estorbo. No siento amor por el, pero me apena seguir teniéndolo así. Y ha sido su decisión permitirme que lo regalara. Según el es un fracaso irse como una persona libre. Y no acepta otra cosa que si no es mi esclavo, que al menos me despida de el como tal.

Minerva se interrumpió así misma y chasqueando los dedos me dio la señal de que debía hacer.

Desde la cocina las escuchaba nervioso. Las palabras de mi ama recordaban nuestra historia... Desde que fui persona, su pareja en un noviazgo liberal, hasta que me convirtió en su esclavo 24/7.

Afirmaba mi consentimiento y mi disposición de seguir viviendo como esclavo, pero no quería seguir manteniendo me así. Todo había cambiado para ella y tenía planes con su nueva pareja. Pronto compartirían apartamento y yo sobraba.

Apenado la escuchaba y sentía golpes en mi corazón por cada palabra. Pocos días me quedaban en su apartamento e iba ser regalado a otra.

Cuando llegué con una bandeja de dos cafés recién hechos me arrodillé ante la mirada mas interesada de Maria Miranda. Me estudiaba mi desnudes sin bellos, totalmente rasurado. Sus ojos aprobaron mi postura sumisa y silenciosa, y no reparó en comentar mi forma atlética y el gusto por el tono de mi piel.

Cuando cada una cogió su taza, mi ama me ordenó a levantarme. Fue entonces cuando sentí el tacto de las delicadas manos de la invitada tocando mi sexo. Manejó con astucia mis pelotas y buscó una pronta erección con caricias a lo largo de mi pene. Sopesaba mi escroto, tiraba de la piel y de un aprieto con el índice y el pulgar en mi glande logró sacar una gota pre- eyaculatiria. Luego mas caricias en mi pecho, nalgas y el resto de mi cuerpo. Estremecido esperaba cada roce sin moverme. De pie con las manos en la nuca intentaba no moverme y simulaba mi excitación como podía. Miraba a Minerva prestando atención a cada palabra de la señora.

- ¿Podría verlo eyacular?.

Minerva sorprendida preguntó si quería que me pajeara delante de ellas a lo que la señora respondió...

- No, mi idea es esta.

Maria Miranda rodeó con el índice y el pulgar por debajo del glande y me dio instrucciones...

- Esclavo, quiero que muevas tus caderas y hagas como si follaras. Te doy solo un minuto para que te corras libremente.

Ya habían acordado la despreocupación de mi ama por el semen derramado en su piso y no vacilé de su orden.

Los dedos de la invitada apretaban pero no se movían. Su mano firme tampoco. Era yo quien movía adelante y atrás mis caderas ante las damas. Ellas hablaban de espontáneos temas hasta que en el segundo 40 lancé grandes chorros hacia en suelo e incluso algunas gotas sobre las vans de mi ama. La señora retiró a tiempo su mano y los restos derramados cayeron con la gravedad por mis muslos. Entonces volví a ser el centro de atención y con una regañina infantil fui obligado a limpiar el lío.

Cuando lamía los suelos con mi lengua, ellas ya se habían levantado de los sofás y fumaban riendo en el balcón. Entonces yo después de tragarme los restos del suelo, gateé hasta mi ama y terminé de lamer mas semen de sus vans.

Así fue su llegada. Así conocí mas a la señora Miranda. Fueron continuas evaluaciones de mi comportamiento hasta que por fin me entrevistó.

Se confirmó. Y desde ese día iba ser su esclavo.

En el trayecto hasta mi nuevo destino recordaba todo esto.

Nos vamos al presente.......

Ahora llego a su casa a cumplir mi promesa de fidelidad como el nuevo esclavo de su hija Yurena, la menor de dos.

Me arrodillo justo en el momento que Minerva se detiene en la entrada principal. Mis rodillas sobre la alfombra de bienvenida y mis manos cruzadas a mi espalda a la espera...

Ding don!.

Toca por segunda vez.

Mi atuendo en plata fue impuesta por la señora el día de su visita. Fue después de los cigarrillos en el balcón cuando Miranda sacó de su bolsa y nos mostró el nuevo atuendo que debía llevar cuando me trajera a su casa. Y hoy sin el vasto collar de perro que me ponía Minerva, luzco las plateadas tobilleras, muñequeras, collar y aro genital ante la vista de quien abrirá esta puerta.

Un frío sobre mi desnudez y en mi estómago condicionado por los nervios.

Alguien tras la puerta abre...

Con la mirada baja lo primero que veo son unos suecos de enfermera o de limpiadora en unos pies blancos y delgados, y un acento oriental se oye...

- Buenos días! Esto... Usted debe ser Minerva.

- Si, esta la señora de la casa?.

- La señora Miranda ha tenido que salir a una urgencia a su oficina, pero ella me ha informado de la entrega de su esclavo. Pase, pase por favor.

Me levanto y un tirón de la cadena del collar me recuerda seguirla gateando.

- La señora me ha dejado a cargo de los preparativos de la sorpresa.

- Bien.

- Quieres tomar algo?.

- Ah no, mejor te lo dejo y me voy.

- Como quieras.

- Ya yo si eso aviso por teléfono a Maria de que le he dejado a su nuevo esclavo.

Minerva entrega el mango de la cadena a una asistenta china uniformada apenas entrado hasta unos salones amplios.

El asombro por el decorado hace que mire más alto de las rodillas de las damas. Minerva se con prisa despide y me deja con la extraña. Ni siquiera me dice nada... La china vestida de uniforme rosa de asistenta es ahora quien me controla. Puedo ver por unos segundos lo blanca de piel que es para ser oriental. Su pelo negro hace contraste con su cara recogido en una cola de caballo le llega a mitad de su espalda. Sus ojos pequeños me miran dándome la sensación de nobleza. Pero recuerdo que una de las normas de la casa es mi silencio y mi atención a cualquier orden. Así que a gatas sigo a la asistenta para despedir con tristeza a Minerva hacia la salida. Se despiden ignorando mi presencia. La que ya deja de ser mi ama ni siquiera me dice adiós.

Tirado de la correa de mi cuello vuelvo a los salones, luego unas tortuosas escaleras para gatear. Subimos un nivel hasta otro pasillo de habitaciones, y a una de ellas, nos detenemos.

- Espera aquí!

La cadena y su mango cae delante mía.

Ella se va y me deja en una habitación llena de pósters de estrellas de rock. La cama tiene la funda de Bon Jovi. Los armarios simples cargados de figuras oscuras y libros. Paredes color morado. Otra puerta da a un baño y vestidor. Se me ocurre buscar algún retrato y allí veo la foto de una joven posando de manera divertida. Tiene que ser ella!.

Espero nervioso de rodillas con las manos al suelo sabiendo que esta debe ser la habitación de la hija cumpleañera. Tiene que ser lo.

En pocos minutos llega la asistenta y coge bruscamente mi tobillo derecho. Sobresaltado veo que con un paño húmedo limpia la planta de mi pie y luego me pone un calzado de tela que apenas cubre mi empeine. Son como unas bailarinas sin suela. Tela y un elástico que ajusta el talón y el empeine. Con mi izquierda repite el mismo procedimiento. Termina y se junta la mano con una crema. Sus manos engrasada comienza a frotar mi loma en círculos, luego extiende y extiende por los hombros hasta los brazos. Vuelve a mi loma y toma mi cintura con las dos manos.

- De rodillas!.

Me pongo de rodillas y sus manos frotan mi pecho... la barriga e ingle. Ella esta casi arrodillada y toma en su mano mi pene. Lo acaricia, lo palpa, hace el gesto de paja y luego da crema. En mis bolas se entretiene sopesando y algunos tirones de la piel. Tal naturalidad que me convierte en un objeto suyo. No muestro emociones pero poco a poco mi pene aumenta su volumen en su delicada mano. La erección se completa y suelta mi pene dejándolo que se mantenga solo en vertical.

- Abajo!

Vuelvo a la posición a gatas pero ella empuja mi nuca para apoyarme con los codos al suelo. Otra mano atrapa mis pelotas tras mis nalgas y tira hacia arriba. Con el culo mas levantado noto como me junta mas crema en la espalda, nalgas e incluso por la grieta. Mi saco genital vuelve hacer manipulado sin que el aro de plata sea molestia para engrasarme mas.

Minerva esta mañana ya había gestionado mi aseo mas una depilación completa. Me rapó la cabeza al gusto de la señora y me puso este atuendo en plata. Sin embargo la asistenta me engrasa con algo desconocido para mi, pero con un olor muy femenino como a flores.

Termina los roces y sin decir nada sale de la habitación.

Vuelve de nuevo con una mesa con ruedas de metro y medio en cuadrado. De alto un metro mas o menos.

-Sube de rodillas y codo.

Me ordena.

Me coloco de tal manera que las canillas y pies quedan fuera. Mis manos agarran el filo de la mesa para mantener el equilibrio. Sigo con la incertidumbre y veo sorprendido como deja un royo de plástico transparente cerca.

- De rodillas y manos hacia adelante.

Cumplo su orden y ella me corrige estirando mas mis brazos y las palmas hacia abajo. Coge el royo y en redondo me forra los brazos hasta los codos. Las manos se me juntan con el apriete.

- Ahora baja de codos contra la mesa.

Bajo y con habilidad la china me forra desde mi loma dando vueltas por debajo de la mesa dejándome atrapado en ella. Luego toma mi sexo y lo estira tras mía para forrarme los muslos juntos hasta las rodillas. Soltando mis genitales que caen sobre el plástico, corta del royo mas para seguir con los gemelos hasta los tobillos. Me quedo con las piernas unidas de rodillas a la mesa y mis genitales libres tras mis nalgas sin forrar. El resto sin contar con la cabeza, envuelto con la transparencia del material. Ya no puedo salir de la mesa y ella me rueda mas cerca de la cama. Se hace hacia atrás y contempla el trabajo. Luego me quita la cadena del collar y lo deja acomodado sobre mi espalda. Toma mas plástico y forra mi rostro hasta el cuello. Casi en la asfixia ella rompe con las uñas un orificio en la nariz.

Veo todo borroso y comienzo a sentir su mano en mi pene erecto golpeando el plástico de los muslos. Algo esta amarrando en mis bolas que parece ceda en un lazo. Siento las tiras por mi pene. Sus dedos...

Es difícil mantener el equilibrio por tener los miembros juntos. Si no llega ser por el envuelto de mi loma hasta por debajo de la mesa, hubiera caído de lado.

El pie de la cama borrosa es mi único campo de visión. El tacto de la asistenta jugando con mis genitales después de enlazarme los testículos es lo que me mantiene atento y excitado.

Vuelve a salir de la habitación.

Mi pensamiento vaga en un reconocimiento de mi estado. Pienso en donde me estoy metiendo. Como he llegado a esto y por que.... La foto del mueble no se ve bien por este asfixiante plástico. Pero recordando la imagen de mi futura ama tan joven con ahora solo dieciocho años, me pregunto si podré serle útil o como dominaría a un treinta añero como yo. Es muy humillante, lo se. Pero su imagen en la foto me atrae. Parece castaña de ojos claros como su madre. Morritos dulces y su piel bronceada como una cerveza. Me gusta, no lo puedo negar. Es solo que... su edad. Muy joven para mi situación.

Pasa el tiempo y cada segundo es una tortura forrado así...

Veinte minutos, quizás treinta y oigo movimiento y voces en el piso de abajo.

Mas de un par de pasos suben por la escalera...

- Lee, ha quedado bien la sorpresa de mi hija?.

- Señora, tal como me dijo. Y me atrevo a decirle que es muy mono. Buena pesca.

Risas y a parte de la china, la inconfundible voz de Maria Miranda!

- Guau! No esperaba menos de su trabajo querida Lee.

- Se ha portado muy bien señora Miranda. Ha sido muy tranquilo.

Tras mía están las dos evaluando el material. No las puedo ver pero no tardo en sentir una mano acariciando mi pene semi erecto. Debe de ser la señora colocando a su gusto el lazo que aprieta mis pelotas. Otra mano estira mis nalgas hacia arriba y mi pene se despega del forro de mis muslos hacia ellas. Los dedos de alguna de ellas acarician el glande provocando me una erección inmediata.

- Mejor material 24/7 no hubiera encontrado. No crees Lee?.

- Oh si, que edad tiene señora?.

- 36.

- Pues es muy atlético para su edad.

- Un eslavo real mas joven para mi hija es muy complicado. Esperó que le guste este. Minerva lo ha utilizado mucho como su mascota. Esta muy habituado para eso, lleva mas de un año comportándose como tal, y ya sabes lo que hace mi hija con mi esclavo personal....

Ambas sueltan unas risas y las caricias en mis genitales me lleva al borde de un orgasmo.

- Vale, vale, no lo provoquemos mas. Ya esta echando las primeras gotas y no quiero echar a perder esa erección.

Dejan de acariciar me a tiempo y la señora me rodea hasta llegar a mi rostro envuelto. Una imagen borrosa de los ojos de Miranda me desafía a obedecerla.

- Espero que seas un buen esclavo para mi hija. No nos de fraudes. Supongo que deseas que tu exdueña este orgullosa de tu adiestramiento, no?.

Sin decir palabra afirme moviendo como pude mi cabeza.

- Buen chico.

Se que no puedo mediar palabra alguna, e incluso supe contenerme ante las caricias. Se trata de la norma principal. Reprimir mis emociones y estar atento a todo tipo de orden. Obedecer es todo lo que me queda.

- Ponerlo ahora Lee.

No se de que habla pero no tardo en sentir los dedos de Lee separando la linea mis nalga. Luego mas crema aceitosa y ....

Mm m ahg!

No puedo simular indiferencia en cuanto siento algo de goma blanda penetrando mi ano. No lo puedo ver. Mis ojos se pierden a través del plástico y los cierro sin mover mi rostro. ¿Que me esta metiendo?. Hago un esfuerzo mas e intento no protestar con algún movimiento en acto de reflejo. Ya me había saltado una norma al gemir, y la señora me reprende con un cachete en mis nalgas al volver a colocarse tras mía. Ella mira como va entrando lentamente el objeto que no puedo ver, y Lee lo maneja eficaz hasta que noto un tope y mi ano queda lleno como si tuviera una pelota dentro.

Pocas veces Minerva me había penetrado con algún que otro objeto, y ahora la señora Miranda comenta con Lee que lo voy a llevar fijo. Según ellas se trata de mi cola aunque solo siento una bola totalmente introducida. Cuando noto el movimiento provocado por la manipulación, me doy cuenta que un mango fino sobresale de mi ano. Lee lo maneja estimulando mi próstata, luego lo hace la señora y las manos de vete a saber de quien toma mi pene.

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