The Nude Note

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Ejecutiva encuentra libreta que controla a otras mujeres.
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- El sátiro.

En un plano ajeno al nuestro, vivían las ninfas, los sátiros, los duendes, los gnomos, los unicornios y otras criaturas fantásticas. Antiguamente en esa dimensión siempre había magia por doquier, arboledas encantadas y ríos de colores; pero eso fue hace siglos.

Ahora, el lugar era triste y apagado debido a que en el mundo de los seres humanos se había dejado de creer en las hadas, en los monstruos de los bosques y las leyendas... es más.. incluso en la Tierra los bosques habían sido talados por la industria. Por lo tanto, sin la fantasía del hombre, ese mundo mágico le faltaba combustible, era tan sólo una vela a punto de apagarse.

Dionox, era un sátiro que vivía en ese mundo fantástico. Era una hombre de dos metros, pero de la cintura para abajo tenía las piernas de una cabra. Y en su melena rizada tenía un par de cuernos como de carnero.

Él estaba recostado en un árbol mientras observaba un charco de agua. En esa dimensión todos podían ver lo que pasaba en el mundo de los humanos con tan sólo ver un reflejo de agua... un espejo... e incluso tenían otros métodos.

Pero el veía el mundo humano con pasión, no era como sus compañeros que se llenaban de envidia y desesperación con las maquinarias que se inventaban, con las luces y los ruidos de la humanidad.

A él le llenaba de curiosidad todos los acontecimientos del siglo XXI, y deseaba poder conocer esta época.

Sin embargo sabía que su papel en la naturaleza se limitaba a juguetear con las hembras soñadoras que se perdiesen en los bosques, o en ocasiones jugarles travesuras a las celtas y antes a las princesas griegas. Era la regla de la antigüedad, las mujeres bonitas no podían entrar a los bosques o se las verían con los sátiros.

Pero ahora era casi imposible usar sus poderes. Las hembras que van a los bosques lo hacen para hacer maratones o se van en campismo con sus amigos. Ahora sólo quedan escasas partes del mundo donde la magia silvestre atrae a las jóvenes soñadoras a cantar canciones.

Por ello se llenaba de coraje que en esta época las ciudades quedaran tan lejos de los árboles, no podía experimentar lo que ahora hacían las personas, ellas estaban refugiadas en torres de concreto, donde sus poderes casi no podían ser usados.

Pero, él había oído rumores, había escuchado que otros seres inmortales estaban dejando caer artefactos mágicos al mundo de los mortales para experimentar con los humanos y ver que hacían ellos con esos objetos. Él ya había escuchado que una dríada le dio una espada mágica a un rey Arturo, y que siglos después un gnomo le había dado un gorro de la inteligencia a un tal Albert Einstein... y que un duende les dio un laúd encantado a unos jóvenes de una ciudad llamada Liverpool... pero lo que realmente le cautivaba la atención en estos momentos,  es que un mensajero de la muerte le había dado una libreta mágica a un estudiante para que tuviera esos poderes fatales.

Evidentemente después supo que la libreta de la muerte acabó en una terrible niñería sin sentido... pero la idea era buena. Prestarle a un mortal poderes mágicos con el fin de experimentar eventos imprevisibles. Definitivamente le atraía esa posibilidad.

Esa idea la tenía trabajando muchas semanas, ya no podía detenerse.

- Lucía y la Libreta.

Dionox se fue al palacio de las creaturas mágicas, y en el taller empezó a forrar y coser un especie de cuaderno. Frente a él cantó sus canciones más seductoras, la aromatizó con sus mejores perfumes, y la roció con flores e ingredientes sobrenaturales. Por último, con una caligrafía digna de un monasterio, grabó unos apuntes. Finalmente la libreta estaba lista.

Sin pensarlo dos veces, y sin importarle las consecuencias, lanzó la libreta al mundo humano.

Él sabía precisamente donde arrojarla. La tiró a las orillas de un estadio deportivo. Se celebraba un partido importante del deporte llamado futbol, así que sabía que pronto algún hombre la tomaría, y podría hacer uso de esa libreta. Era una libreta de un sátiro, así que su finalidad era muy sencilla; seducir, avergonzar o excitar mujeres, con el fin de dar placer al que use la libreta, y con ello el sátiro también sería feliz.

Se acabó el juego y miles de personas salieron del estadio. La libreta estaba en medio del camino listo para que alguien la tomara. Sin embargo, el sátiro no contó con que el juego había sido sensacional, uno de los más grandes que los espectadores habían vivido. Por lo tanto, aun cuando la mayoría de los ahí presentes hubieran disfrutado del placer de tener poderes satíricos, la libreta no pudo llamar a ninguno de los espectadores... tristemente la gloria del partido hacía que los corazones de los aficionados únicamente pensaran en goles y más cerveza.

Pasaron las horas y el cuaderno quedó en el suelo. Incluso estaba pisoteado por varias huellas.

Al día siguiente, el personal del aseo limpió el lugar y una mujer corpulenta de unos cincuenta años vio el cuaderno y lo tomó. Ni el cuaderno ni ella se sintieron interesados entre ellos, por lo que simplemente lo cogió y lo tiró en un carrito de basura.

Eran como las once de la mañana, y una mujer delgada y pequeña, con cabello castaño claro, se había bajado de su auto deportivo. Estaba molesta porque no podía ingresar al estacionamiento principal del corporativo por políticas de la empresa, por lo que tuvo que caminar un gran tramo, cruzando por las afueras del estadio.

En su caminata cruzó su andar con la persona del aseo. Y vio que de la basura sobresalía un cuaderno de un buen material. Se le quedó viendo, siguió su paso, pero luego, regresó la mirada a la libreta. Finalmente se acercó a él, lo tomó en sus manos, y lo encontró fascinante. Definitivamente estaba hecho de una manera artesanal, y era de buena calidad, pero al tenerlo en sus manos enseguida quiso poseerlo. Por lo que mintió a la encargada de la limpieza. "Yo.. Yo.. conozco al dueño de la libreta... yo se lo entregaré". La encargada de la limpieza no creyó una palabra de lo que dijo, pero su indiferencia hacia la vida era mucha y siguió con su camino.

La mujer se fue caminando hacia las oficinas. Ella era una asesora en publicidad, y el equipo de futbol, el "Atlético Independiente Nacional Deportivo 1969 F.C." era uno de sus clientes.

Lucía, era el nombre de nuestra publicista. Ella había tardado meses en preparar la campaña publicitaria del equipo, y fue todo un éxito, tanto así que los aficionados tuvieron una gran respuesta en la temporada. Pero ahora la mesa directiva del club quería una campaña totalmente diferente. Esa situación la enfurecía totalmente, porque ella había realizado un programa de cinco años, con varias etapas, para que los aficionados se identificaran totalmente con los jugadores y la institución... pero ellos querían todo nuevo, y la mesa directiva le mandó un borrador con las ideas que querían implementar. Estaba con dibujos a lápiz (horribles); e ideas vagas con letra Comic Sans. Realmente quería prender fuego a esa propuesta o enrollarla y metérselas por el trasero.

Pero eran sus clientes y pagaban bien, así que tenía que cumplir con lo pactado.

Se acercó a la oficina, fue con la recepcionista, era una morenaza muy atractiva, pero estaba  mascando chicle y hablando por teléfono en voz alto con su diadema tipo headset. Lucía trató de presentarse pero con un gesto de la mano la secretaría le hizo la seña de que estaba muy ocupada atendiendo la llamada y tenía que esperarla. Estuvo 6 largos minutos parada para que la atendiera. Después de explicarle el caso, de mala manera le dijo que los integrantes de la junta aún no habían llegado así que tenía que seguir esperando.

Lucía se sentó en una silla de espera, mientras veía como el tiempo pasaba lentamente.  Le enfurecía la impuntualidad  y como le hacían perder el tiempo.

Mientras tanto, Gisela, la recepcionista, se la pasaba en su iphone chateando. Ella lo sabía porque en toda la sala de espera sonaban lo fuerte de las notificaciones y lo terrible de su risa. Lucía se preguntaba si podía existir alguien menos profesional.

 

Lucía sabía que el hijo del dueño del equipo (quien era el que tomaba las decisiones importantes), había ido a Brasil a buscar jugadores, y en uno de sus viajes conoció a la morena, la contrató como recepcionista, pero era un rumor de que era una de sus tantas amantes. Pelé Armando, que era como se llamaba, ya había instalado a sus amores en muchos de los puestos en su compañía.

Lucía volteó a ver a Gisela, quien se había parado por un vaso de agua, y vio una escultural figura brasileña. Una morenaza, con cabello largo y rizado, con tinte dorado, labios grandes, tetas redondotas, un culo precioso y unas piernas que parecían pilares. Era alta y atlética, pero muy sexual. Se puso a pensar que si ella no hubiera hecho lo mismo que el junior  en su lugar, pero se sonrió pues ella no era lesbiana, tan sólo estaba aburrida. En su aburrición se puso a imaginarse como sería esa modelaza sin ropa, pero trató de alejarse de esos pensamientos.  

Trató de pasar el tiempo e iba a revisar su smartphone, pero entonces recordó que tenía el cuaderno que estaba en la basura. ¿Por qué lo había agarrado si ya estaba a punto de ser desechado? No lo entendía.

De pronto empezó a ver que en la portada interna del libro, es decir, en el interior de la pasta, tenía unos escritos.

"Nude Note" decía, y luego tenía unas especies de leyes o de reglas. Se le hacían extrañas.

"1. El nombre de la mujer que se escriba en esta libreta, quedará desnuda como el día en que nació."

"2. La mujer perderá toda su ropa un minuto después de que se escriba su nombre."

"3. La persona que escriba el nombre tendrá que pensar en la cara de la persona para que la libreta haga efecto".

"4. En esta libreta, también se podrán escribir castigos, juegos o travesuras a cualquier persona que se escriba su nombre. Las actividades tendrán que avergonzar, seducir o excitar mujeres, en caso de que las actividades escritas no tengan esta finalidad, éstas no se llevarán a cabo."  

"5. Si al escribir los castigos, juegos o travesuras, éstos no tienen como finalidad que la mujer quede desnuda, ésta perderá su ropa diez horas después de que se haya escrito la actividad."

Parecía que en la pasta había al menos unas quince reglas más... pero estas no se podían ver.

Le causo gracia a Lucía lo que decía la libreta, pero no le importó y se rió. Gisela la vio con una mirada de incomodidad.

- La Prueba.

Lucía hojeo todo el cuaderno y vio que tenía como cincuenta hojas que estaban en blanco, solamente en el interior de la pasta había escritura. Unas eran las cinco reglas que antes leyó... pero había más pero no estaban legibles. En la contraportada, también en la parte interna, había más reglas, pero tampoco estaban legibles, como si estuvieran borrosas.

Se le hizo extraño el contenido y las reglas de esa libreta; después de un rato, y al ver que no la atendían, se le ocurrió que debía al menos intentar hacer algo. Quizás una prueba para ver qué pasaba.

En eso llegó un repartidor de una empresa de mensajería, y fue con Gisela para que le recibiera el paquete y le firmara en su tableta electrónica pero también lo dejó esperando y lo trataba de peor forma que incluso a la propia Lucía.

Nuestra experta en publicidad agarró una pluma y pensó en poner su propio nombre, pero por un momento le pareció una mala idea quedarse sin ropa en frente de esa maleducada secretaría y del repartidor, definitivamente no estaba en sus planes. Se dijo a sí misma que era en una tonta en pensar siquiera en la posibilidad de que pudiera llegar a quedar en cueros por poner su nombre en una hoja de papel.

Puso el nombre de "Gisela", y obviamente pensó en la recepcionista al escribir el nombre.

Se decepcionó al ver que nada pasaba, pero recordó que tardaba un minuto en que "la magia" se llevara a cabo.

Así que decidió pararse, salirse de la recepción e ir al pasillo como si estuviera recibiendo una llamada por teléfono. Se fue a la puerta y desde afuera volteó a ver si algún milagro pasaba.

Se quedó viendo a su  víctima imaginaria, pero se distrajo un momento al sentir que había pasado mucho tiempo, de pronto Gisela dijo: "Bueno... Bueno.." Por algún momento la secretaria ya no podía escuchar la llamada telefónica que estaba teniendo "¿Dónde está mi diadema comunicadora.. donde donde... ¡¡¡¡¡DONDE ESTÁ MI ROPA!!!!!"

Las prendas de Gisela se desintegraron cuales partículas, dejando al moreno cuerpo de la recepcionista en pelotas, ni su auricular, ni sus zapatos, ni sus joyas o calzones estaban en ella, estaba expuesta con todas sus majestuosidades exhibidas. Tenía unos pezones oscuros en los bien proporcionados melones. Sus nalgas eran redondas, y tenía el pubis depilado con una franja de pelo negro que se veía muy sensual. "¡Estoy desnuda! ¡Auxilio! ¡Quien me quitó mi ropa!"

El repartidor que seguía con su Tablet esperando que la firmara se le quedó viendo como si estuviera hipnotizado. De pronto una terrible idea cruzó por su mente y su mirada dejó de dirigirse a la mujer y empezó a presionar al artefacto. La mujer desnuda estaba en posición fetal en su silla, pero vio la mirada del repartidor, y adivinó sus oscuras intenciones.

La altísima y exuberante bombshell  trató de arrebatarle la tableta pero no lo logro y dijo: "¡No.. no puedes tomarme fotos!"

"¡Pero si tú te quitaste toda tu ropa! Tengo todo el derecho de tomar las pics que yo quiera, si me hubieras firmado ya me habría ido..."

"¡No! ¡Yo no me quite mi ropa! ¡Mi ropa desapareció! Espera no... no lo harías"

"Click" La tableta tomó una foto.

Gisela se paró y se cubrió con una mano las pechugas y con otra la concha. La nena escuchó el sonido cuando se activaba la grabación de video.

"¡Noooooo!" Gisela se fue corriendo rápidamente y el repartidor la siguió. Lucía no perdió la oportunidad y vio como al correr Gisela se le movían  sus labios íntimos  rápidamente, exhibiendo así algo de rosado en su tostada piel mientras se desplazaba por el pasillo.

Cuando la rebasó fijó sus ojos violetas en esas dos grandes nalgas desnudas que iban rebotando mientras Gisela iba corriendo. El repartidor la iba siguiendo.

Lucía estaba muy contenta y no dejaba de ver a la libreta. Parecía que estaba en trance. Volteo a ver la silla de Gisela y en el suelo estaba toda su ropa.

Volvió a ver el interior de la portada del cuaderno, y vio como de los textos ilegibles aparecía una nueva regla:

"6. Si la persona pierde su ropa, ésta caerá al suelo pero no podrá ver esas prendas o ponérselas en su cuerpo hasta que pasen diez horas."

De pronto oyó unas voces.

"Lucía, aquí estas.... Sé que la cita era más temprano pero tuvimos cosas MUCHO MÁS importante que atender.. ¿Dónde está la inútil de Gisela?" La mujer que le contestó prepotentemente era la CEO de las oficinas. Kuri Smith. Venía con otra ejecutiva y el hijo del dueño del equipo. Ellos eran la mesa directiva del equipo.

"MMM.. se fue corriendo.. creo que estaba jugando con un amigo... no lo sé" Respondió Lucía con una sonrisa.

Kuri hizo un gesto con la boca, pues claramente no tenía la intención de ver si se trataba de una broma o no y pasaron al cuarto de juntas.

- La Nude Note.

Lucía empezó a sacar una presentación animada impresionante, en la que explicaba toda la publicidad y promoción que un equipo de futbol podía necesitar.

Pero a los tres minutos la CEO, empezó a hacer unas preguntas sobre una gráfica, luego empezó a cuestionar, luego criticar, y luego empezó a hablar de sus temas ignorando totalmente la presentación.

Luego el hijo del dueño, Pelé Armando, quiso participar, y comentó una historia de cuando él fue jugador hace 7 años.

La otra mujer, era la Tesorera del equipo. Era de personalidad seria y siempre usaba lentes. Su nombre era Sarah. Tenía el pelo rubió corto. Generalmente tenía cara de pocos amigos y era muy estricta, salvo cuando la CEO o el hijo del dueño hacían comentarios, en esos casos siempre se reía de sus chistes y asentaba con la cabeza todo lo que ellos dijeran. Su trabajo era llevar las finanzas de la empresa.

Lucía odiaba estas juntas, eran personas tercas y obstinadas. Sabía que tenía que pasar por al menos 3 juntas más para convencerlos que sus ideas son unas estupideces, y que la dejaran hacer su trabajo. Pero los honorarios de esta cuenta eran muy importantes así que tenía que soportar sus tratos.

Pero entonces un pensamiento pasó por su mente.

Abrió la libreta mientras que dividía su atención en escuchar las necedades de sus clientes  y hojear su nuevo artefacto mágico.

Y entonces la vio. La regla número 4.

"4. En esta libreta, también se podrán escribir castigos, juegos o travesuras a cualquier persona que se escriba su nombre. Las actividades tendrán que avergonzar, seducir o excitar mujeres, en caso de que las actividades escritas no tengan esta finalidad, éstas no se llevarán a cabo."  

"Castigos, juegos o travesuras... ¿Qué podrá significar eso?" Pensó Lucía, quien tenía un gran intelecto y agilidad mental.

Lucía escuchó como Sarah, la mujer de las finanzas empezaba una vez más a hablar de números, era el único tema que conocía, y generalmente hablaba de temas financieros que no estaban relacionados con la junta, pero como los dominaba los prolongaba innecesariamente.

Lucía estaba muy emocionada por haber dejado desnuda a Gisela, y no pensaba perder su tiempo más en este lugar... si se iba a quedar en esta aburrida junta, al menos se iba divertir... sus manos temblaban solamente de pensar en el poder que tenía.

Discretamente agarró su pluma y su libreta, y pensó en qué escribir. Iba a poner el nombre de Pelé Armando, pero recordó que las reglas únicamente referían a mujeres, por lo que pensó que quizás no funcionaría con hombres... "Bueno, después lo intentaré con ellos".

Volteó a ver a Sarah, la de finanzas, que seguía hablando de números y números.

Y en forma rápida escribió "Sarah" en la libreta.

Lucía tenía la certeza que en un minuto iba a perder su ropa, y pensó en esperar a ver qué pasaba.

Pero entonces recordó lo de los castigos, juegos o travesuras... así que decidió escribirlos... no sabía cómo hacerlo, así que lo escribió como si fuera una historia.

Ya había escrito "Sarah..." y luego escribió: "...estaba en la Junta hablando de finanzas, cuando de pronto nos confesó a todos los presentes cuando fue la última vez que tuvo un orgasmo"

Sarah siguió hablando de finanzas: "Y las ventas se incrementaron cuando salió el comercial televisivo de nuestro guardametas, que tuvo un fuerte impacto en la población joven entre 24-27 años, lo cual los ingresos nos trajeron mucha felicidad, casi tanta como la que tuve ayer en la noche, cuando me masturbé viendo a los doctores de Grey's Anatomy".

Hubo un silencio sepulcral. Sarah no pudo creer lo que dijo, y se tapó rápidamente la boca con sus manos. Lucía estaba impresionada y soltó una carcajada.

Después de que los otros dos directivos se quedaron enmudecidos por lo sorprendente del comentario, que nunca esperaron verlo venir de Sarah, la risa de Lucía hizo que Pele Armando también se riera "¡Ja ja ja ja ja!" "¡No me esperaba esos comentarios de ti Sarah, fue una broma o una desliz kafkiano" Dijo el hijo del dueño de la empresa, citando incorrectamente.

"Lo siento señor, lo siento, no era mi intención, perdón por ese comentario, le juro que eso tan sólo fue una br... la verdad, lo que dije fue la verdad" Sarah se tapó la boca con sus manos, pues quería decir que fue una broma, pero de acuerdo a lo escrito por Lucía estaba obligada a confesar lo del orgasmo.

Lucía se impresionó más al saber que Sarah no podía mentir, por lo que Lucia quería probar que tan fuerte era esa orden, y le preguntó fingiendo inocencia" ¿En serio lo hiciste Sarita?".